Y un día entendí que a veces no tengo ganas de hacer lo que debo hacer, y ese día me dí cuenta que además podía hacerle caso a mis ganas, y nadie se espantó, nadie hizo un escándalo, nadie dejó de hablarme. Ese día simplemente miré a mi alrededor, vi a cada uno en sus cosas, en sus charlas, con sus vasos en la mano, riendo, bailando. Esa noche la disfruté, con gente que quiero y con otra tanta que no conozco, pero que hicieron de esa una gran noche. Viví el momento que quería, con gente que quiero, durante el tiempo que quería, exactamente como quise, más allá del resto.
Pero en algún momento me dí cuenta que esa fiesta había terminado para mí, esa fiesta ya no me pertenecía. Así que decidí hacer un escape rápido y silencioso, y dar por finalizada la noche...
Quizás ese final sea el comienzo de algo interesante, o simplemente una decisión, sin demasiadas vueltas.
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